En algún momento de nuestras vidas, todos hemos querido tener súper poderes. Poder volar, leer mentes, tener súper fuerza o ser invisibles.
Pero no hemos sido capaces de darnos cuenta que ya poseemos poderes.
Si es cierto que no podemos volar mágicamente, pero tenemos una imaginación que nos hace capaces de estar en cualquier lugar del mundo a la hora que sea, con quien sea, por cualquier motivo, cuanto tiempo queramos, cuantas veces queramos.
No podemos leer mentes pero muchas veces hemos tratado de reparar corazones diciendo cosas para hacer sentir bien a otra persona, nos ponemos en su lugar y damos lo que nos gustaría recibir estando en su lugar. No leemos mentes pero tenemos sentimientos.
Creemos que no tenemos súper fuerza porque nuestros músculos no nos permiten realizar tareas demasiado pesadas, estamos limitados por nuestro cuerpo, sin embargo, poseemos fuerza interior. Somos capaces de soportar los dolores más duros que da la vida y seguimos vivos, tal vez no nos regeneremos pero a pesar de las fisuras que hayamos obtenido en la batalla, seguimos de pie y seguimos luchando, eso es tener fuerza, resiliencia le llamamos.
Tal vez no podamos ser invisibles pero en realidad lo hemos sido alguna vez para alguien, cuando hemos sentido que nuestras palabras o nuestras acciones no son vistas, escuchadas o valoradas.
Siempre hemos tenido súper poderes, el amor nos hace fuertes y nos hace débiles, el amor nos puede dar el valor para soportar el dolor, las circunstancias, el tiempo, los daños. Qué más grande el poder de cambiarle a alguien el día, de alegrar con una sonrisa, de proteger con un abrazo, de revivir con un beso, de quemar con una mirada, de vivir de amor.